La salvación

¿Por qué necesito ser salvo?
Hoy en día, la gente disfruta de un mejor nivel de vida, de salud y de comodidad que en otras épocas. A pesar de los progresos que hemos logrado en la ciencia, en la tecnología y en nuestros conocimientos acerca del mundo, los mismos problemas que existieron desde el principio de la civilización nos siguen afligiendo hoy en día: crímenes, odio, discriminación, hambre, enfermedad, conflicto, codicia, guerra. Las personas gozan de una mayor duración de vida; no obstante, muchos buscan terminar con ella mientras otras sí disfrutan de una tremenda prosperidad, pero a costa de familias desintegradas.

Seamos realistas: hay ciertas cosas en la vida contra las cuales eres impotentes y sobre los cuales no tienes control alguno. Sin importar lo que hagas, no puedes estar seguro de tu seguridad o satisfacción. Independientemente del esfuerzo que hagas, son muy limitadas las cosas que puedes hacer para mejorar tu condición. Puedes tener un millón de dólares pero no sentirte satisfecho con tu vida. Puedes tener una póliza de seguro pero no sentirte para nada seguro. Puedes trabajar sesenta horas a la semana pero no encontrarle sentido a lo que haces. ¿Por qué?

Nuestros problemas comienzan cuando nos separamos de Dios. Como el hijo pródigo (Lc 15), estamos demasiado ansiosos de escapar a los límites de nuestro Padre. Pero cuando tratamos de hacer las cosas por nuestra propia cuenta, descubrimos que en realidad no podemos encontrar el camino correcto. Las cosas que deseamos pasan de largo, o quizá acaban por hacernos más daño que beneficio. Descubrimos lo limitados que son nuestros recursos: fuerza, energía, habilidad e inteligencia. Sin otra salida, nos damos cuenta de que necesitamos la ayuda de Dios: su misericordia, amor y guía. En efecto, Dios ha estado guardando todas estas cosas para nosotros desde el principio; ahora sólo espera que volvamos a Él.

Si quieres saber adónde se dirige tu vida ahora y después de la muerte, tienes que volver a la fuente. Tienes que volver a Dios.

¿Qué significa estar separado de Dios?