Consuelo

¿Alguna vez has sentido un dolor sin fin en lo profundo de tu alma?

Él también.

“Despreciado y rechazado por los hombres, varón de dolores, hecho para el sufrimiento. Todos evitaban mirarlo; fue despreciado, y no lo estimamos” (Is 53:3).

Vivió hasta los 33 años y estaba acostumbrado a estar solo. Nadie entendió o apreció lo que dijo, aun cuando tenía palabras que iban más allá del conocimiento de los más célebres filósofos, más allá de la belleza de los mejores poetas. Por lo contrario, la gente sacudía su cabeza al verlo. En cierto punto de su vida, todos lo abandonaron, excepto un grupo de discípulos andrajosos. Hasta hubo quienes quisieron encontrar una manera de matarlo a causa de sus palabras.

¿Quién no se sentiría triste bajo estas circuntsancias? Peor aún, Él sabía que el día estaba cerca. Sabía que todos los versos de la Biblia que hablaban sobre el sufrimiento indescriptible se referiían a Él. Imagínate cómo se debe haber sentido al leer estos versículos.

Él sabía lo que el resto del mundo estaba disfrutando, desde la alegría de tener una familia hasta la comodidad de poseer un hogar y una cama cálida en la cual reposar,… cosas Él que nunca podría disfrutar. Sabía que Dios lo había puesto sobre la tierra con tan sólo un propósito, y ese propósito era morir.

Si te sientes triste, puedes estar seguro de que Él sabe lo que sientes, porque Él ha pasado por eso. Si estás sufriendo, sabe ómo te sientes, porque ha sufrido una agonía indecible en la cruz. Si estás solo, Él estuvo solo más allá de tu imaginación, ni siquiera sus propios discípulos podían comprenderlo. Si te sientes presionado, Él sabe cómo se siente: Él cargó los pecados de la humanidad sobre sus hombros.

Su corazón siente el dolor cuando tu corazón sufre. Te amó tanto que hizo todo lo que pudo por ti, hasta sacrificar su vida en la cruz.

Él te trae abundantes dádivas. Ha derramado su sangre por ti para que un día tengas la oportunidad de ser lavado, y que todos tus pecados sean perdonados por toda la eternidad. Murió para que luego de resucitar pudiera enviarte el Consolador, el Espíiritu Santo prometido.

Y cuando recibes el Espíritu Santo, Cristo realmente vive en tu interior. Por eso aun cuando te sientas solo, puedes tener la seguridad que no lo estás, ya que su constante presencia está en tu interior, como una fuente de fuerza y abundancia que no se apaga.

A pesar de que tengas un corazón herido, a pesar de cualquier cosa que hayas hecho en el pasado, Él está allí. Sabe cómo te sientes porque siempre ha estado allí. Antes de que lo conocieras, te hubo amado como nadie.

La Biblia dice que todos nosotros, como ovejas, nos hemos perdido. Es cierto, ¿no? Hemos vagado lejos de Dios, y mientras más lejos, más perdidos estamos. Enfrentamos sufrimientos y tristezas en la vida porque nos hemos desconectado de Él. Aún así, Dios nos ama más que nunca. Él cuida a su rebaño como un pastor y toma las ovejas en sus brazos y las lleva cerca de su corazón, y guía gentilmente a las que tienen crías.

Algo curioso sucede cuando aceptas a Jesucristo como tu pastor: te das cuenta de que su gracia está siempre allí, siendo siempre suficiente para ti. Cuando tu alma se encuentra hambrienta, te guía a pastos tiernos. Cuando tu alma desborda de ansiedad, te guía hacia las aguas de reposo y paz. No importa lo herida que pueda llegar a estar tu alma en esta vida, Él la restaurará. Aun cuando enfrentamos la muerte o las hondas y flechas de nuestros enemigos, Él está allí.