Paz
“¿Cómo mantendré a mi familia si pierdo mi trabajo?
“¿Tendré suficiente dinero para jubilarme?”
“A causa del terrorismo, ya no es seguro viajar.”
“No quiero ni imaginarme que la persona que amo muera de cáncer.”
No pides mucho. Simplemente deseas tener lo suficiente para vivir y disfrutar de las cosas sencillas de la vida: cuidar a tu familia y mantenerla protegida. Pero hasta las cosas más simples de la vida pueden convertirse en preocupaciones.
No sabemos qué puede ocurrir mañana: No hay seguridad laboral, nuevas enfermedades surgen todos los días, el índice de crímenes aumenta con el tiempo. Con la aparición de nuevas bacterias, ni siquiera nos sentimos seguros de los alimento que están sobre nuestra mesa.
Entonces, tratamos de hacer lo posible para mantener la calma: escuchamos a los expertos, hacemos dieta, realizamos ejercicios con regularidad, invertimos sabiamente, adquirimos nuevas habilidades para un posible cambio de carrera. ¿No es irónico pensar en cuánto nos esforzamos para sólo obtener un poco de paz?
Peor aún, cuando obtenemos la estabilidad material o física en nuestras vidas, comienzan a surgir otras preocupaciones. Las luchas interiores y los conflictos interpersonales son inevitables y mucho más difíciles de controlar. En contra de nuestras mejores intenciones, tenemos discutimos con familiares y amigos, tenemos problemas de comunicación con nuestros padres o hijos, solemos discutir con nuestro cónyuge por cosas insignificantes, no podemos soportar a nuestro jefe…
Nos es difícil controlar el curso de nuestras vidas porque olvidamos que alguien más debería ser parte de nuestras vidas. Siempre tratamos de hacer las cosas a nuestra manera. Si las cosas resultan como queremos, experimentamos un sentimiento de paz temporario, porque todo va bien. Pero en el momento que algo sale mal, la paz se nos va por los caños.
“¿Por qué no puedo calmarme?”
“ ¿Por qué no hay paz en mi corazón?
“¿Qué se supone que debo hacer?”
“¿Existe otro camino?”
Sí, existe.
La verdadera paz no se obtiene a través del esfuerzo de uno o por voluntad propia, sino que proviene solamente de Jesucristo.
Jesús dijo: “La paz les dejo; mi paz les doy. Yo no se la doy a ustedes como la da el mundo. No se angustien ni se acobarden” (Jn 14:27).
Ciertamente, es una promesa audaz ofrecer la paz a quien la pida. ¿Cómo es posible? ¿quién es Él? ¿qué sabe Él sobre nuestros problemas?
Jesús era el hijo de un pobre carpintero, y era un maestro que viajaba de lugar en lugar. Pero Jesús no fue sólo un hombre: también es Dios. Vino a la tierra y nos enseñó a llevar una vida de paz. Jesús venció sus problemas y preocupaciones, y demostró a través de sus palabras y acciones que tiene el poder para que tú también puedas hacerlo.
Escucha cuidadosamente sus palabras—Él no ofrece la paz como lo hace el mundo. Es difícil obtener la paz por nuestros medios porque tratamos de encontrarla en las cosas del mundo: en cosas materiales, en personas, o con nuestra propia voluntad. El Señor Jesucristo no trata de engañarnos, porque sabe que enfrentaremos problemas en nuestras vidas:
“En este mundo afrontarán aflicciones, pero ¡anímense! Yo he vencido al mundo” (Jn 16:33).
Jesús también nos dice que ha vencido al mundo y que sólo a través de Él podemos recibir un tipo de paz diferente—su paz. Su paz nos hace saber que tenemos a alguien que nos ayude a enfrentar cualquier problema. Esto nos da coraje para andar por la vida, en lugar de preocuparnos por cada problema que pueda aparecer sobre nuestro horizonte.
Por eso, no debemos perder el ánimo, ya que sabemos que Él ha vencido al mundo. Él ha pasado por los desafíos con los cuales hoy nosotros luchamos y entiende lo que cada uno de nosotros está pasando. Así, el pensar que Él se compadece de nosotros nos dará tranquilidada. Aun cuando las cosas van mal, obtendremos consuelo al saber que son lecciones que Cristo desea que aprendamos. Sabemos que Él siempre hace todo para nuestro bien, si creemos en Él y nos volvemos hacia Él en busca de respuesta.
Jesús nos ama y quiere darnos la vida eterna, y si está dispuesto a ofrecernos algo tan maravilloso, ¿no cuidará también de nuestras necesidades diarias y de nuestros problemas?
¿Cuánto cuesta la paz? Nada. Sólo cree. Permite que la paz de Cristo entre en tu corazón y descarga todas tus preocupacones en Él—Él tiene el control. El paso más difícil es el primero: abrir el corazón a Jesucristo. Pero una vez que hayas dado ese paso, descubrirás que su paz es real.
¡Ven a conocer a Jesús hoy!