No trates de convertirme
“No necesito religión.”
Si la religión sólo sirviera para enseñarle a la gente a tener una buena vida, entonces no a todos les haría falta una religión. Pero, ¿qué es una “buena vida”? Más importante aún, ¿hacia dónde se dirige tu vida?
Tener fe en Dios va más allá de lo que hacemos todos los días en el trabajo o en nuestros tiempos de recreación. Tener fe en Dios es más que una simple idea vaga del valor o el significado de la vida. Tener fe en Dios implica encontrar la respuesta a ciertas “preguntas fundamentales”: de dónde venimos, por qué vivimos, y a dónde iremos. Si Dios no estuviera presente en nuestras vidas, estaríamos atrapados en la perversidad, el pecado, el sufrimiento y la muerte. Sin embargo, por medio de Jesucristo, podemos ser salvos de nuestros males y recibir la vida eterna. Así que no perderíamos nada con creer en Dios, sino que al contrario, tendríamos mucho que ganar.
“Todas las religiones son más o menos iguales.”
Algunas personas creen que las diferentes religiones son simplemente distintos caminos que llevan al mismo destino. Pero, ¿qué ocurriría si, por ejemplo, alguien te dijera que la única forma de llegar a la cima de una montaña es descender de ella arrastrándote? ¿O que debes saltar hacia abajo o escalar hacia arriba? ¡No todos pueden tener razón al mismo tiempo!
Diferentes tradiciones religiosas suelen ofrecer respuestas completamente opuestas a nuestros problemas. Por ejemplo, una religión puede enseñarnos acerca de la vida del más allá, mientras que otra religión niega completamente la existencia del reino celestial. ¿Cuál de estas dos opiniones es la correcta? Dado que es nuestra propia existencia la que está en juego, debemos encontrar una respuesta, no sólo plausible, sino correcta.
“¿Tenemos que estar de acuerdo?”
¿Qué pasaría si un día se te ocurre decir que la gravedad fue simplemente una idea que una persona tuvo sobre la realidad? ¿Acaso dejarías de caer si saltaras de una montaña?
Tal como sucede con la gravedad, la religión no es sólo un asunto de gustos personales, donde tu opinión es tan válida como la de otra persona. Dado que nuestras creencias religiosas determinan nuestro destino, éstas deben estar fundamentas en la verdad absoluta.
Dios nos dice: “No hay Dios fuera de mí”. Jesucristo dijo: “El que en [mí] cree no es condenado; pero el que no cree ya ha sido condenado…” Esto o es verdad, o es mentira, y debemos encontrar cuál es la respuesta correcta porque el futuro de nuestra propia existencia está en juego.
“¿Por qué Dios tiene la mente tan cerrada?”
Imagina a una persona ahogándose. Si alguien le tirara un salvavidas, lo lógico sería que lo agarrara y se aferrara a él. No se preguntaría por qué no puede salvarse por sus propios medios, ni rechazaría el salvavidas esperando que lo salven de todas maneras.
Al igual que la persona que se está ahogando, no podemos salvarnos a nosotros mismos del destino del infierno porque todos nos hemos alejado de Dios. Sin embargo, Él nos ha ofrecido la salvación a todos sin ninguna excepción; incluso, vino a este mundo y sacrificó su propia vida para salvarnos. Lejos de ser alguien de mente estrecha, Dios extiende sus brazos a todos aquellos que creen en Él.
Dios nos ha mostrado la solución a nuestros problemas. Si aún nos negamos a aceptarlo o insistimos en buscar otras soluciones, entonces somos nosotros los que tenemos la mente estrecha, no Dios.
“¿Cómo puedo estar seguro de que Jesús es la opción correcta?”
Jesús dijo que Él es el único Dios y Salvador. Para comprobar si esto es verdad, debemos evaluar los hechos.
Hubo muchas profecías acerca de Jesús incluso miles de años antes de su nacimiento, y cuando Jesús vino a este mundo, cumplió todas estas profecías. Su nacimiento en sí fue un milagro. Además, llevó una vida sin pecado, realizó más milagros que los que están registrados en la Biblia y sus palabras han mejorado la vida de millones de personas.
Además de todo esto, hay una prueba definitiva para comprobar que Jesús es Dios: su resurrección, el fundamento de la fe cristiana. Tres días después de ser crucificado, Jesucristo resucitó de entre los muertos, tal como dijo que sucedería, y se apareció a muchas personas. Ni siquiera sus críticos pudieron refutar este hecho. Y es también a causa de su resurrección que innumerables cristianos han arriesgado e incluso sacrificado sus vidas para anunciarles a otros que Jesucristo vive.
Hoy en día, sabemos que Jesucristo está en el cielo escuchándonos y ayudándonos. Él responde nuestras oraciones y derrama su Espíritu Santo cuando se lo pedimos. Él continúa haciendo milagros y cambiando vidas usando formas que están más allá de nuestra imaginación.
La fe cristiana no es una fe ciega, sino que se encuentra arraigada en hechos concretos. Si estás dispuesto a sopesar las evidencias, tendrás certeza de que Jesucristo es realmente el único Dios y Salvador.
Conclusión
Puedes gastar mucho tiempo buscando la profesión correcta o la persona correcta para iniciar una relación, pero ¿qué hay de la forma correcta de vivir tu vida? ¿Qué hay de las “preguntas fundamentales” o el destino de tu alma?
Jesucristo nos ha dicho la verdad: necesitamos su salvación. Nuestro trabajo es buscarlo, buscar evidencias y ponerlo a prueba para experimentar a Dios. Y como Jesucristo nos ama, de seguro se acercará a nosotros. Trata de orarle de esta manera: “Dios, ayúdame a saber quién eres y lo mucho que necesito tu salvación. Déjame experimentarte. Transforma mi vida y dale un significado y una esperanza en la vida eterna”.
“Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá.” — Jesucristo